Ganador de 9 Grammy Awards y considerado una de los músicos más influyentes del Siglo XX, Miles Dewey Davis III (más conocido como Miles Davis, o simplemente “Miles”) continúa aún hoy, décadas después de su muerte, ejerciendo su influencia en ámbitos propios y ajenos.
Desde médicos investigadores de la Universidad John Hopkins, a diseñadores de la D-School de la Universidad de Stanford, la música de Davis, y su trabajo en cuartetos y quintetos basados en una alta dosis de brillante inspiración y, por sobre todas las cosas, de perfecta improvisación, genera estudios y teorías sobre las neurociencias y su aplicación en áreas creativas.
Como artista plástico, la música de Miles me ha acompañado desde los 12 años, edad en que descubrí sus dotes casi “mágicos”. Durante muchos años ignoraba que una parte de mis dones creativos se debían a una sinestesia aplicada a mi obra. Mi ignorancia temporal, igualmente marcada por una certeza creativa, le dieron entonces al Jazz, y particularmente a Davis y sus contemporáneos como Evans, Coltrane, Monk, Hawkins, Jamal, Brubeck, Basie, Roach, y Clark (solo por nombrar a algunos) una faceta inspiradora y un poder milagroso sobre mi arte.
Sobre los hombros de estos genios musicales yo sentía que mis propias creaciones se alzaban hacia alturas insospechadas. Con el tiempo supe que mi interpretación sinestésica le daba una explicación más “terrenal” a mi característico uso pictórico de movimientos, ritmos, cadencias, y explosiones tonales. Pero el tiempo también me dio la razón sobre el aspecto inspirador de la música de Davis y su influencia sobre quienes la escuchamos con amor y admiración.
Hoy en día el ojo de las ciencias está puesto sobre las creaciones de estos genios de la música que lograron utilizar sus poderes y procesos creativos de una manera poco vista hasta entonces. Su obra nos enseña, tal vez particularmente hoy en día que estamos finalmente comprendiendo el funcionamiento de nuestros cerebros de manera más concreta, que nuestras capacidades pueden ser entrenadas para improvisar grupalmente, para trabajar en equipo de manera ordenada, fluida, y natural. Y esos procesos pueden tener, a la vez, la intimidad sensorial así como la explosión grupal de un tema de Davis.
Mi obra hoy sigue volando sobre las alas de estos genios creativos. Mi “Visual Jazz”, como lo bautizara una periodista norteamericana, sigue plasmando sobre lienzos, maderas, objetos y estructuras las cadencias y los ritmos de un estilo de Jazz que me continúa guiando y exigiendo, y por ello agradezco cada día. Un Jazz que, a la vez, ha pasado a convertirse en uno de los legados culturales más importantes que nos ha dejado el Siglo XX.
Y sobre todo, sigo agradeciendo al único y genial Miles, por haberse atrevido a mostrarnos el camino desde siempre.
Hasta la próxima!
Ignacio
©2015/2016 por Ignacio Alperin Bruvera (Publicado anteriormente en el Blog claudiopignataro.com bajo http://claudiopignataro.com/2015/07/07/la-musica-de-miles-davis-que-inspira-a-los-artistas/ )