Cayeron solas.
Por la mañana,
como gotas
de sangre
de una herida
sin cerrar.
No había luz,
Y se encerraba
en sí misma.
Con toda la fuerza
de la noche,
y del día.
Sin pensarlo.
Sin quererlo.
Sin contarlo.
Solo sintiendo.
Como un torrente
de aguas frías,
gélidas, rebeldes,
que se unen
por fuerza mayor.
Y fluyen hacia el mar.
El mar de siempre.
El mar de lágrimas.
Que no espera por nada,
ni por nadie.
Ni por él.
Ni por ella.
Solo a Dios
y sin saberlo.
Solo por instinto
y sin fuerzas.
Solo por recuerdos
y sin ganas.
Solo por temor
A ya no ser.
Escrito por/ writen by Ignacio Alperin
©1994 by Ignacio Alperin Bruvera