Comparto con Uds. el prefacio de un trabajo de mi autoría que lleva como título “Creativos en la era de la Creatividad : Arte y Jazz – Algunos Conceptos y Propuestas (Tercera Revisión)”
Este trabajo, relacionado a mis clases como Profesor de Creatividad e Innovación en los MBAs de la Facultad de Economía de la Pontificia Universidad Católica Argentina (UCA), busca entrelazar conceptos relacionados a la actividad creativa en el Siglo XXI.
Espero que sea de interés.
Prefacio
Los estudios formales sobre creatividad comienzan sustancialmente hace casi un siglo. En el transcurso de estos casi 100 años mucho hemos aprendido sobre nuestra naturaleza, sobre nuestra manera de pensar y de imaginar las cosas, y sobre los métodos y herramientas que nos han hecho una civilización exitosa.
La búsqueda, como muchas de las búsquedas humanas, ha tenido el ojo puesto en encontrar la solución integral, el libro de oro, el santo grial de la creatividad que le dé respuesta a todo y resuelva todas nuestras necesidades creativas.
Sin embargo, y por suerte, no solo no lo hemos encontrado (más allá de convicciones temporarias), si no que exitosamente hemos ido comprendiendo que las respuestas no son siempre las mismas, que “leer el libro” no nos exime de pensar, que un sabio nos deje conceptos brillantes no nos exime de tomar decisiones, y que las respuestas en un mundo cambiante son también cambiantes y no necesariamente consecuentes con soluciones a problemas similares en otros momentos.
En otras palabras, hemos comprendido que el proceso creativo es creativo en sí mismo. Es cambiante, modificable, divertido y frustrante a la vez. Y hemos aprendido también que se trata de un proceso grupal y no individual.
La creatividad y la innovación, desde el punto de vista del desarrollo, es un proceso que nos involucra, nos obliga a abrirnos hacia los demás y hacia sus ideas y conceptos, nos hace reconocer la importancia del conjunto y no solo del individuo.
Se podría describir como un proceso casi comunitario. La solución, como en la vida en general, no proviene de una persona circunstancialmente iluminada, sino del correcto destilado de ideas, conceptos y sueños de un grupo de personalidades muchas veces complementarias y otras simplemente diferentes, trabajando parcialmente en conjunto y otras veces sin conocimiento el uno del otro, incorporando opiniones externas, y con el agregado de un porcentaje importante de hechos fortuitos pero que interpretados y utilizados correctamente, nos llevan a generar respuestas novedosas e innovadoras.
Hasta la visión de la persona que parece iluminada está conformada, por debajo de la superficie, por una enorme cantidad de conceptos, ideas, fracasos y aprendizajes de otras personas.
En definitiva, la creatividad vive y explota en cada momento de nuestras vidas y convive con nosotros. Y nuestro rol, diferente en cada ocasión y como parte de una foto más macro y compleja, es el de colaborar a encauzarla temporariamente en pos de un resultado.
Como veremos, existen soluciones muy probadas que pueden ser más y menos estructuradas, y más o menos exitosas.
En términos corporativos, por ejemplo, las soluciones que emanan de una estructura o formato probado por otras empresas – sistemas o procesos basados en programas (software) y un paquete de experiencias, ejemplos y soluciones pre-digeridas por ejemplo – son normalmente las preferidas.
La razón es que un “paquete” que ya fuera adoptado por otros es más fácil de vender para el originador, y es más justificable internamente a la hora de ser adquirido. Pero inclusive sin cuestionar el éxito relativo de cada una de estas propuestas, en el mejor de los casos éstas tienden a ser una posible solución de relativamente alto costo, y es solo accesible para las grandes organizaciones.
Solo entre un 10 y un 20% de la población activa que trabaja en estos temas, en el mejor de los casos, tendrá acceso a estas soluciones de manera directa o indirecta solo por el simple hecho de tratarse de soluciones costosas.
El resto trabajará en una gran empresa para luego independizarse, otros serán profesionales independientes toda la vida, otros generarán sus propios emprendimientos en soledad o asociados a otras personas, y otros trabajarán en relación de dependencia en una o más industrias a lo largo de su existencia. Y en todos los casos, sus experiencias laborales, profesionales y empresariales serán variadas, tanto en lo que refiere a los resultados como a las industrias.
Para estas personas que deben enfrentar cada día un mundo cambiante es que están dirigidos estos conceptos. Una manera de graficar esta realidad es comprender que a lo largo de nuestras vidas tendremos en promedio entre 5 y 6 trabajos (nuestros hijos entre 6 y 9), y que pese a que hemos sido entrenados clásicamente, el ecosistema económico ha dejado de obedecer esas reglas tradicionales y nos enfrenta con la necesidad de, inclusive, adaptarnos a profesiones o tareas inexistentes cuando ingresamos inicialmente al mercado laboral.
Es un hecho que las escuelas secundarias en el primer mundo acomodan hoy sus programas de estudio para darles a los estudiantes las herramientas que le permitan lidiar con trabajos, profesiones y vocaciones que sus profesores hoy desconocen ya que no existen como tales.
Hace un tiempo un profesional de unos 50 años, muy ofuscado, me preguntó “por qué en la empresa me insisten en que debo cambiar y ser más creativo, cuando he llegado a donde he llegado gracias a que soy como soy”. Y la respuesta no es fácil de digerir.
Nosotros, que venimos armados con un bagaje educativo mucho más clásico que los chicos que están terminando sus estudios y a punto de ingresar al mercado laboral, ya estamos debiendo enfrentar estos excitantes pero difíciles retos que indican que es probable que para el año 2030 (perfectamente dentro de nuestra vida laboral), cerca del 50% de los trabajos y profesiones actuales ya no serán necesarios y serán calificados como “obsoletos”i .
Ser creativos, entonces, tiene que ver con reconocernos como tales, y ser flexibles y adaptables a las nuevas necesidades laborales y tecnológicas. En el fondo es ser, en términos individuales y de manera consciente, lo mismo que ya hemos sido como civilización de manera evolutiva e intuitiva. Y desde ya, abrazar estos conceptos pasa también por comprender que no está escrito que porque la suerte nos haya acompañado hasta ahora, esa va a seguir siendo necesariamente la regla en nuestra vida profesional hasta que digamos basta. Ni más ni menos.
Por eso es que la visión vanguardista de la creatividad es la de colaborar en la creación de sistemas configurables y dúctiles como la vida misma. Es dotar a cada uno de una caja de herramientas y mostrarle las maneras en las que esas herramientas pueden ser utilizadas. No podemos ya confiar que en un libro, que en una teoría, o que en un sistema está La respuesta definitiva.
Hay una valiosísima experiencia investigativa acumulada y es necesario que se conozca, se interprete, y se respete. Al mismo tiempo hay que acompañar en el proceso de discernimiento, particularmente en relación a toda la información que fluye en el mar de datos que nos rodea, entre lo que es realmente importante para nuestras necesidades, y lo que no lo es.
Promover la adquisición de competencias que permitan enhebrar y relacionar toda esta información de manera productiva, y colaborar a mejorar la satisfacción individual de cada persona dentro de este ámbito es, entonces, nuestro objetivo.
© 2013/2014/2015 Ignacio Alperín Bruvera