Lo que hoy entendemos por un año es simplemente una marca temporal imaginada por nuestra civilización para marcar el paso del tiempo. Como todo lo que intentamos hacer, en algún punto, es siempre un intento para “controlar” y “regular” nuestro paso por el Universo y todo lo que nos rodea. Al final de cada año, así como al principio del siguiente, intentamos hacer un balance de lo que sucedió hasta ese momento, y de lo que quisiéramos que suceda de allí en más. Pensar en cada año como el final de un trayecto, y al siguiente como el inicio de otro, nos ayuda a ordenar mejor nuestros proyectos y nuestros pensamientos, pero es también una manera de cerrar y abrir ámbitos que no deberían ser controlados por un hecho que, en la práctica, es meramente administrativo.
El amor, los sueños, los deseos, la buena voluntad, el respeto, la ética vista como un marco de convivencia entre los seres humanos, el respeto por la naturaleza, el derecho a sorprendernos como niños ante cada paso y sorpresa que nos devela esta magnífica creación son sentimientos que no se limitan a particiones temporales, son parte de una manera de vivir “en continuado” y una manera de actuar como sociedad que nos lleva a mejores lugares.
Por ello, y pese a ello, al finalizar este espacio temporal y antes de celebrar el ingreso al siguiente, quiero desearle a cada uno de Uds. que la vida les de amor y les permita disfrutar del amor de otros y de Dios; que sigan teniendo sueños, y que esos sueños se hagan realidad de vez en cuando (y cuanto más seguido mejor); que los deseos se conviertan en hechos (particularmente cuando involucran y benefician también a otros); que la buena voluntad se siga traduciendo en buenas acciones; que el respeto implique que nos respetan y que respetamos; que la ética no sea una filosofía perdida en el tiempo si no una manera de vivir, solidaria y considerada de los otros y de todo lo que nos rodea; y que como parte de ello sigamos aprendiendo que cuidar la naturaleza es cuidar a los demás y a nuestros hijos y nietos; y finalmente, que entendamos que fuimos también en algún momento (y si Dios quiere todavía lo somos) hijos y nietos, que fuimos niños, y que seguimos necesitando de la mirada más inocente que nos acompaña en algún lugar de nuestro ser, para ser personas más completas, más felices, más productivas, y posiblemente también, más buenas.
Que tengan un hermoso 2016 y una gran vida “en continuado”!
Ignacio
©2015 / 2016 by Ignacio Alperin Bruvera