(Para los que no llegaron a leerla, va nuevamente mi reflexión de 2019, que sigue teniendo vigencia)
“A medida que avanza la vida, uno de los mayores desafíos que todos enfrentamos a nivel personal, es el de aprender a equilibrar nuestras vidas personales con los objetivos y las presiones generadas por el entorno laboral.
Todo es muy competitivo. Incluso, aunque tengamos la suerte de contar con un trabajo seguro y que nos satisfaga, las presiones, las limitaciones de tiempo, los plazos y la necesidad de producir y obtener ganancias, o de obtener resultados u objetivos, ocupan un lugar muy importante en nuestras mentes.
Tal vez no sabías esto, pero alrededor de 186,000 personas no van a estar mañana en el mundo (ese es el promedio aproximado de personas que fallecen todos los días en nuestro planeta según cifras oficiales). Sí, es el viejo dicho de “hoy aquí, mañana quién sabe dónde”. Tan simple como eso (desde un lugar positivo, digamos también que nacen alrededor de 256,000 bebés en el mundo todos los días).
Pero además de lo revelador que significa considerar nuestra propia finitud, también es una oportunidad para preguntarnos acerca de nuestra propia felicidad, de nuestros propios objetivos, y de cómo actuamos para mejorar la vida de las personas con las que nos cruzamos en la vida, y por que no, de todo lo que nos rodea.
Siempre es una buena idea preguntarnos durante el día (y tal vez no al final del día, como es muy común que se nos sugiera, porque cuando ya pasó todo es muchas veces tarde como para hacer algo al respecto), ¿qué diferencia estoy haciendo hoy en mi vida y en la de otros? ¿Qué diferencia hago yo como parte de mi grupo familiar, de mi red social, de mi club, de una organización, de una empresa, de mi país…en definitiva, qué agrego yo como miembro de la raza humana?
C. S. Lewis dijo algo así como que “no conocemos personas comunes en nuestras vidas”. Siempre hay razones por las que debemos cruzarnos con quien sea que esté ahí rondando en nuestro futuro (y habrá buenas y malas razones). Pero nada de lo que nos ocurre es meramente casual, y esa conexión de todos con todo implica una responsabilidad mucho más amplia que la individual.
Es por eso, que llegando al fin de otro año, un año definitivamente difícil y diferente, este sea tal vez un buen momento para pensar en el hoy, en el ayer (desde un minuto atrás hasta años atrás si es necesario), y por qué no en el mañana, y tal vez preguntarnos con honestidad intelectual a cuántas personas con las que nos cruzamos todos los días en nuestra vida le hemos dicho “Buen trabajo!”, “¡Sí, puedes hacerlo!”, “¡Sos una genia!”, o simplemente “Lo harás mejor la próxima vez, sigue así”.
Y ya que estamos, pensemos a cuántos hemos maltratado, o de cuantos nos hemos aprovechado, o a quienes hemos simplemente ignorado.
¿A cuántos en nuestro círculo familiar, personal y social le hemos dicho hoy un sentido “Te amo”, “Te quiero”, “Te voy a extrañar”, “Te perdono”, o “No te preocupes, las cosas mejorarán”, e incluso mejor, “¿Qué puedo hacer para ayudarte? “, o “Qué necesitas“.
La vida es demasiado corta, y debido a que necesitamos consumir cosas (y antes de que alguien me acuse de algo, aclaro que no tiene nada de malo adquirir todos los bienes que nos ayuden a llevar una vida mejor y más cómoda), terminamos corriendo alrededor de nuestras propias urgencias de corto plazo, y como resultado muchas veces olvidamos gran parte de lo que es verdaderamente importante.
Es un hecho que nos han vendido una especie de inmortalidad barata, o por lo menos, una idea de que solo disfrutemos el hoy, y si no, igualmente podremos esperar hasta un supuesto mañana, donde ya tendremos tiempo para hacerlo, proponerlo, decirlo, decidirlo, o actuarlo. No hay apuro.
El gran Pablo Picasso dijo una vez, “Deja sólo hasta mañana aquello que estés dispuesto a morir sin haber hecho.” Con eso en mente, creo que la idea se destila sola.
Por eso mi sugerencia, en esta época en la que naturalmente tendemos a hacer un balance, es que nos detengamos un instante, y pensemos, tratemos de sentir, intentemos ser todavía mejores de lo que ya somos, seamos todavía más solidarios, amables con los demás, incusive los invito a sonreir con más frecuencia (que de paso ayuda a producir feromonas que mejoran nuestro semblante y son buenas para el corazón), y lo que es más importante, los convoco a que se unan a los que estamos intentando pensar un poco más en términos de un incluyente “NOSOTROS” y un poco menos en el siempre presente “YO”.
Les aseguro que, como obvio resultado, la vida cambiará y prosperará para todos los que formen parte de sus vidas, no solo para Uds..
Con esa propuesta en mano, y con la congoja que nos envuelve habiendo pasado el primer año de esta pandemia, les deseo a todos salud, amor, y por sobre todas las cosas, que la solidaridad, el cuidado y el esfuerzo nos permita generar un gran 2021!
I.A.
Ignacio Alperin nació en Argentina, creció en Australia y vivió temporariamente en varios países alrededor del mundo. Posee una experiencia internacional extensa, y diversa, obtenida en una carrera profesional alejada de lo lineal. Hoy en día es Profesor de Entrepreneurship en los MBAs de la Universidad Católica Argentina (UCA), Profesor de Creatividad e Innovación (Grado) en UCA Internacional, es un Emprendedor serial, consultor, orador en eventos nacionales e internacionales, y artista plástico.
Ignacio Alperin was born in Argentina, grew up in Australia and lived temporarily in several countries around the world. He has extensive and diverse international experience, obtained in a professional career far from the linear. Nowadays he is the Professor of Entrepreneurship in the MBAs of the Argentine Catholic University (UCA), Professor of Creativity and Innovation (Degree) in UCA International, a serial Entrepreneur, consultant, speaker in national and international events, and an artist.
©2019 by Ignacio Alperin