El Universo entero es producto de un proceso de creación y modificación constante.
Mientras que nuestra civilización siempre ha intentado, de alguna manera u otra, ejercer – o aparentar ejercer- el control sobre la naturaleza y el universo mismo, la experiencia nos enfrenta con una realidad algo diferente.

Nuestra propia existencia como raza humana ha dependido siempre de una serie de eventos que obedecen en parte a lo que generen nuestras propias acciones, y en una importante proporción a una serie de eventos absolutamente fortuitos.
Dentro de lo que denominamos eventos fortuitos, algunos se producirán dentro de los ecosistemas familiares, profesionales y comerciales que nosotros mismos generemos, mientras otros tendrán que ver con hechos relacionados a las acciones de otros, y en la mayoría de los casos, al funcionamiento del universo mismo.
Nuestra supervivencia global e individual se basa en gran medida, entonces, en nuestra propia adaptabilidad y creatividad en cada momento de nuestras vidas, y en cómo compartimos ese aprendizaje a lo largo y ancho de las generaciones.
Aunque no nos percibamos como seres creativos y especulemos con que, alternativamente, sí hay personas específicamente creativas que han heredado genéticamente ese don, la realidad nos indica lo contrario.

Mientras es innegable que hay gente diferente, tanto en lo relacionado a ciertas vocaciones individuales, como a genialidades esporádicas que sí pueden obedecer a características excepcionales, y también como producto de rasgos heredados, ya sea genéticamente o a través de mandatos familiares o sociales; es igualmente cierto que todos sin excepción tenemos la capacidad de, intuitivamente de base y constructivamente a través del aprendizaje y la comprensión, ser creativos miembros de la sociedad y de utilizar esa creatividad más allá de nuestro ámbito personal y familiar.
Fragmento de Creativos en la era de la creatividad
Arte y Jazz – Algunos Conceptos y Propuestas (Tercera Revisión)
Por Ignacio Alperín Bruvera
© 2013/2014/2015/2016 Ignacio Alperín Bruvera